En diciembre se recibió de técnico en desarrollo de aplicaciones móviles en la Universidad de La Matanza. Como proyecto final ideó junto a sus compañeros «Comuseñas» para ayudar a quienes tienen dificultades de audición.
En todas sus redes sociales Juan Matias Guerrero Aguilar publicó una foto en la que se lo ve cubierto de engrudo y témpera azul. Una típica postal de egresados. Pero en su caso el diploma de Técnico en Desarrollo de Aplicaciones Móviles de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) tiene una connotación distinta.
“La carrera me costó un poco más que al resto ya que nací con hipoacusia profunda bilateral”, contó en diciembre en su perfil de Linkedin con el objetivo de llegar a las personas que padecen esa dificultad u otras para asegurarles que “con perseverancia se logran todos los objetivos que uno se propone”.
Pero su búsqueda de ayudar a los demás no se limitó a un posteo. Junto a un grupo de compañeros de carrera Juan diseñó Comuseñas, una aplicación que enseña el lenguaje de señas a través del juego. Ese que quienes padecen dificultades de audición como él, necesitan para comunicarse.
“Tengo hipoacusia bilateral profunda desde nacimiento, lo cual quiere decir pérdida de audición total en ambos lados”, precisa el joven que tiene 29 años y vive en el barrio porteño de Floresta. “Esto afectó la comunicación, a mis cinco años de edad me implantaron de un solo oído, el izquierdo. Gracias a eso y al estímulo que recibí de mis familiares y fundamentalmente de las fonoaudiólogas que me acompañaron, pude desarrollar mi lenguaje”, agrega y cuenta que, de todos modos, aprendió el lenguaje de señas para comunicarse con otras personas que padecen hipoacusia.
Tiene hipoacusia severa y creó una aplicación para enseñar lenguaje de señas a través del juego
✍️ Eva Marabottohttps://t.co/dAC3Ri1RjP pic.twitter.com/bnZpS6L4uz— Agencia Télam (@AgenciaTelam) February 13, 2024
Cuenta el flamante técnico que trabaja en la Inspección General de Justicia que durante toda su escolaridad buscó aprender a comunicarse. “En la primaria tuve docentes que tomaban diariamente dictados y también corregían las faltas ortográficas, en base a eso mejoré en el transcurso del tiempo con la escritura. En la secundaria me llevé la materia Lengua y terminé memorizando las faltas de ortografía posibles para no equivocarme y otros temas que me costaban mucho. En esa época todavía no comprendía ciertas palabras que se usan diariamente”.
Cuando empezó a estudiar Actuación, Guerrero buscó ampliar su vocabulario y buscaba sinónimos y antónimos o el significado de las palabras que decían sus personajes: “Subrayé, busqué sinónimos, antónimos, conectores para no repetir en las improvisaciones y entender qué querían decir”.
En busca de insertarse laboralmente eligió una carrera que lo capacitarse para hacer aplicaciones mobile. “Tuve que hacer tres veces el curso de ingreso y cuando logré entrar abandoné por mi problema de audición ya que no escuchaba las clases. Pero los docentes me contactaron. Me insistieron para que no bajara los brazos y empezaron a ayudarme y a preocuparse porque pudiese participar de las clases”, recuerda y transforma su logro en una gesta colectiva.
Fue durante la pandemia, cuando Juan Matias notó la falta de accesibilidad en las aplicaciones existentes para la comunicación virtual, especialmente para personas que utilizan lengua de señas. “Entonces decidí dedicar mi proyecto final de la carrera a enseñar lengua de señas para abordar esta brecha y mejorar la comunicación en entornos académicos y laborales, como los que yo transitaba”, argumenta.