El ministro de Ciencia e Innovación de San Luis, Alfonso Vergés, protagoniza un nuevo escándalo. Y no, esta vez no es por una pelea en un bar. Es por la entrega de computadoras que no fueron compradas por su gestión, sino por la anterior, y que, con un torpe intento de maquillaje, intentaron hacer pasar como propias.
Para entender el nivel de improvisación, hay que ir por partes. En el stock de la Agencia de Ciencia y Tecnología quedaron 6.156 computadoras con el listado de destinatarios. Cuando se intentó entregarlas, se encontraron problemas técnicos. Se devolvieron al proveedor, quien las reemplazó por 3.500 el 4 de diciembre de 2023 y 2.656 el 5 de diciembre de 2023. Hasta aquí, un trámite administrativo lógico. El problema es que la actual administración asumió el 10 de diciembre y la gestión saliente no tuvo tiempo para repartirlas antes.
Pero la urgencia por mostrar resultados derivó en un bochorno. Se entregaron esas mismas computadoras, sin haber sido adquiridas por la administración de Vergés, y en las mismas bolsas de tela de San Luis 4.0, el programa de la gestión anterior. ¿La solución «creativa»? Tapar con una calcomanía la identidad del plan original.

Lo insólito no termina ahí. Las computadoras entregadas en el paraje Cazador (que el ministro escribió erróneamente como «Casador») estaban destinadas a estudiantes de Villa Mercedes. Es decir, fueron redirigidas sin criterio, pasando por encima de un listado que ya tenía beneficiarios asignados.

La urgencia por la foto puede más que la planificación. El intento de rebranding improvisado deja en evidencia la falta de una política real de entrega de tecnología. Porque si hoy no hay presupuesto para adquirir más computadoras, ¿qué pasará cuando se agoten las que quedaron de la gestión anterior?
Mientras tanto, en la noche puntana, Vergés sigue protagonizando titulares. Y en los actos oficiales, se reparten equipos que no le corresponden. Lo único que sí parece ser propio en esta gestión es la desprolijidad.