Investigadores australianos de la Universidad de Tasmania han descubierto que las aves marinas, específicamente los polluelos de pardela sombría, sufren daños cerebrales debido al consumo de plásticos. Estos efectos son alarmantemente similares a los que se observan en el Alzheimer, según el estudio publicado en la revista Science Advances.
El equipo de científicos, liderado por Alix de Jersey, analizó la dieta y las muestras de sangre de varias crías de pardela sombría, un ave migratoria entre el mar de Japón y la isla Lord Howe en Australia. El estudio reveló que la contaminación por plásticos puede causar descomposición en el revestimiento estomacal, ruptura celular y neurodegeneración.
Descubrimientos clave sobre el daño neurocognitivo
A diferencia de estudios anteriores que se centraban en aves muertas o enfermas, los investigadores trabajaron con aves aparentemente saludables de entre 80 y 90 días. Tras inducirles el vómito para analizar su dieta, encontraron que una de las aves había ingerido 403 fragmentos de plástico. Además, 18 muestras de sangre mostraron niveles elevados de plástico.
El análisis también detectó una disminución significativa de la proteína BDNF, vinculada a la función neurológica. Esta proteína, crucial para el desarrollo y supervivencia neuronal, se asocia con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y Parkinson. La baja concentración de BDNF en aves marinas jóvenes sugiere un patrón de deterioro cognitivo temprano, similar al que se observa en seres humanos mayores.
Los efectos de los microplásticos en la fauna marina
Este descubrimiento subraya el creciente problema de la contaminación plástica, que también afecta a otras especies marinas. Un estudio paralelo de la Universidad Estatal de Portland encontró microplásticos en el 99% de los mariscos analizados, incluidos camarones, bacalao y salmón. Estos microplásticos provienen de fibras textiles, plásticos descompuestos y productos cosméticos, y afectan toda la cadena alimentaria marina.